Misa Crismal

Llama el Papa a los sacerdotes a “salir del clericalismo” en una entrega silenciosa

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RENOVACION

El cardenal italiano Domenico Calcagno leyó la homilía preparada por el Santo Padre | Crédito: Daniel Ibañez/EWTN News.


Por Victoria Cardiel - AciPrensa - 17 de abril de 2025 03:06 a. m.

En la Misa Crismal, con la que se abre el Triduo Pascual de la Semana Santa, el Papa Francisco instó a los sacerdotes a “salir del clericalismo” y a no vivir buscando el “consenso a toda costa”.



Por Victoria Cardiel - AciPrensa - 17 de abril de 2025 03:06 a. m.

En la Misa Crismal, con la que se abre el Triduo Pascual de la Semana Santa, el Papa Francisco instó a los sacerdotes a “salir del clericalismo” y a no vivir buscando el “consenso a toda costa”.

“El Año Jubilar representa así, para nosotros los sacerdotes, un llamado específico a recomenzar bajo el signo de la conversión. Peregrinos de esperanza, para salir del clericalismo y convertirnos en anunciadores de esperanza”, aseguró el Santo Padre en la homilía que preparó para la Misa del Jueves Santo, celebrada en su lugar por el Presidente Emérito de la Administración del Patrimonio de la Sede Apostólica (APSA), el cardenal italiano Domenico Calcagno.


CARDENAL CALCAGNO

El Papa Francisco confió la celebración al Cardenal Calcagno. Crédito: Daniel Ibaéz/ EWTN News

El Pontífice, de 88 años, sigue mejorando de sus problemas de salud, tanto desde el punto de vista de la movilidad como de la respiración y de la voz, pero ha optado por delegar en cardenales de la Curia las principales celebraciones litúrgicas de Semana Santa.

“El pastor que ama a su pueblo no vive en búsqueda de aprobación y consenso a toda costa”, afirmó en la homilía que pronunció el prelado italiano ante cerca de 4.300 personas.

En esta celebración, los sacerdotes renuevan ante el obispo las promesas que hicieron el día de su ordenación.

Se llama Misa Crismal porque incluye la bendición de los santos óleos, que servirán a lo largo del año para impartir los sacramentos de la confirmación, la unción de los enfermos y la ordenación sacerdotal. El cardenal Calcagno la ha celebrado en la Basílica de San Pedro, ante cerca más de 1.800 sacerdotes que renovaron sus promesas simbólicamente ante su obispo, el Papa Francisco.

Por otro lado, el Papa Francisco pidió a los presbíteros que no caigan en el desánimo porque “Dios nunca falla”. “Al llamarnos a su misión y al insertarnos sacramentalmente en su vida, Él también libera a otros a través de nosotros”, agregó el Santo Padre.

A continuación, comprobó que el ministerio sacerdotal es “una entrega silenciosa, pero radical y gratuita”.


El Pueblo de Dios quiere participar




“Es el Reino de Dios, ese que narran las parábolas, eficaz y discreto como la levadura, silencioso como la semilla”, explicó, tras hacer hincapié en que el Pueblo de Dios espera “la restitución y la remisión de deudas”, así como “la redistribución de responsabilidades y de recursos”.

En una mención velada a las indicaciones prácticas del Sínodo de la Sinodalidad —para las que el Pontífice aprobó un plan de aplicación en todas las diócesis hasta 2028—, señaló que el Pueblo de Dios “quiere participar y, en virtud del Bautismo, es un gran pueblo sacerdotal”.

“Este reino de sacerdotes no se refiere sólo al clero. El «nosotros» que Jesús plasma es un pueblo cuyos límites no podemos ver, en el que caen los muros y las aduanas”, remarcó.

Y agregó: “Nuestra casa común, tan herida, y la fraternidad humana, tan negada pero imborrable, nos llaman a tomar posición. La cosecha de Dios es para todos: un campo vivo, donde crece cien veces más de aquello que fue sembrado. Que nos anime, en la misión, la alegría del Reino, que recompensa todo esfuerzo”.


MISA CRISMAL

La Misa Crismal abre el Triduo Pascual de la Semana Santa. Crédito: Vatican Media


En su homilía —que suele ser una de las más largas de las que se leen en las celebraciones—, ha propuesto a los sacerdotes “leer el sacerdocio ministerial como puro servicio al pueblo sacerdotal, que pronto habitará una ciudad sin necesidad de templo”.

Así, aseguró que, a través de la renovación de la promesa sacerdotal, “es todo un pueblo el que encuentra consuelo”, ya que “el Jubileo comienza en nuestra vida”. Y pidió, a este respecto, que esto “no sea una vez cada veinticinco años”, sino en esa cercanía cotidiana del sacerdote con su gente, en la cual se cumplen las profecías de justicia y paz.


PROMESAS

En esta celebración, los sacerdotes renuevan ante el obispo las promesas que hicieron el día de su ordenación. Crédito: Daniel Ibañez/ EWTN News


El Pontífice citó en la homilía a san Carlos de Foucauld e instó a los sacerdotes a tener, como Jesús, “un corazón enamorado de la Palabra de Dios”.

Además, les propuso reflexionar, en concreto, sobre cuál profecía cumplir: “Hay una página vocacional, por lo general, al comienzo del camino de cada uno de nosotros. A través de ella, Dios nos sigue llamando, si la custodiamos, para que no se entibie el amor”.

Y añadió: “Queridos sacerdotes, cada uno de nosotros tiene una Palabra que cumplir. Cada uno de nosotros tiene con la Palabra de Dios una relación que viene desde lejos. Y la ponemos al servicio de todos sólo cuando la Biblia sigue siendo nuestro primer hogar. Dentro de ella, cada uno tiene páginas más queridas. ¡Esto es hermoso e importante! Ayudemos también a que otros encuentren las páginas de su vida: tal vez a los esposos, cuando eligen las lecturas de su matrimonio; o a quienes están de luto y buscan pasajes para encomendar al difunto a la misericordia de Dios y a la oración de la comunidad”.

Sin embargo, aseguró que también es importante “la página escogida por Jesús”.

“No hay gracia ni Mesías si las promesas permanecen sólo como promesas, si desde aquí abajo no se hacen realidad. Todo se transforma. Este es el Espíritu que invocamos sobre nuestro sacerdocio: hemos sido ungidos con Él, y precisamente el Espíritu de Jesús permanece como protagonista silencioso de nuestro servicio”, indicó.

Por eso instó a los sacerdotes a ser coherentes, porque “el pueblo percibe” el olfato del Espíritu Santo “cuando en nosotros las palabras se hacen realidad”.

“Los pobres, antes que otros, así como los niños, los adolescentes, las mujeres y también quienes han sido heridos en su relación con la Iglesia, tienen ‘olfato’ para el Espíritu Santo: lo distinguen de otros espíritus mundanos, lo reconocen cuando coinciden en nosotros el anuncio y la vida. Podemos convertirnos en una profecía cumplida, ¡y eso es hermoso!”, aseguró.

Asimismo, pidió a los fieles que recen “por la alegría de los sacerdotes”.

“Muchos miedos nos habitan y grandes injusticias nos rodean, pero un mundo nuevo ya ha surgido. Tanto amó Dios al mundo que nos dio a su Hijo, Jesús. Él unge nuestras heridas y enjuga nuestras lágrimas”, concluyó.


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