Por Fernando Madera
Durango, Dgo.- Dante Yahir fue sentenciado a cumplir 59 años, 11 meses y 29 días de prisión en el penal de Durango por el feminicidio de Eva Liliana Montelongo Hernández, a quien le quitó la vida en el baño de mujeres de la tienda departamental Coppel sucursal 5 de Febrero, en el corazón de la ciudad.
El hecho conmocionó a toda la comunidad. Desde que se conoció la noticia la tarde del domingo, llamó la atención por las circunstancias que rodearon la muerte violenta de una joven mujer. Tenía 35 años y apenas el 29 de abril había festejado su cumpleaños. El último.
Había sido a plena luz de día, en un lugar concurrido, sin que nadie pudiera evitar o prevenir el ataque. Comenzó la indignación principalmente entre mujeres, quienes desde años atrás iniciaron una lucha activa en contra de los impunes feminicidios.
Y es que, otra vez, “nos falta una”. Habían matado a Lili, como cariñosamente le llamaban sus compañeros y amigos de trabajo. Tenía ya 8 años en esa empresa.
Conforme a la causa penal número 109/2024 iniciada en contra de Dante Yahir, detenido oficialmente la noche del lunes, los hechos fueron de la siguiente forma.
Dante Yahir de apenas 20 años de edad, había permanecido gran parte de la noche tomando en el bar denominado La Casita de Paja. Ingirió bebidas embriagantes para luego retirarse a dormir a una banca del parque Guadiana.
Por problemas de drogadicción, el joven habia dejado su hogar. Lo corrió su familia, como por desgracia ocurre en muchos casos cuando uno de sus integrantes ha caído en las garras de la adicción.
Desde el momento en que su familia decidió que era mejor se alejara, su hogar fue la banca del tradicional parque, o donde mejor se acomodara.
Trabajaba como mesero en el restaurante La Finca, ubicado en el bulevar Dolores del Río. A sabiendas o no de su adicción, se le dio la oportunidad de trabajar, de salir adelante a través de una actividad digna.
Conforme a lo plasmado en la carpeta de investigación y expuesta por el Agente del Ministerio Público en la audiencia de formulación de imputación del 14 de mayo del 2024, el joven Dante al despertar luego de esa noche de alcohol, decidió ingresar a la tienda Coppel sucursal 5 de Febrero a eso de las 11 de la mañana.
Era el 12 de mayo, por la mañana. No había mucha clientela, recuerdan los empleados que acudieron a testificar ante la Fiscalía General del Estado.
En uno de los videos que fueron presentados ante la opinión pública por parte del Gobierno del Estado de Durango, se aprecia a Dante Yahir ingresar a la tienda. Pantalón negro, camiseta del mismo color y cargaba una “mariconera”, como así se le denomina a una bolsa pequeña para hombres.
Entra. Regresa dos pasos para preguntar a la joven que en ese momento había sido asignada a la puerta para recibir y orientar a los clientes o compradores. Pregunta si puede ingresar con esa bolsa y se le indica que sí.
La joven empleada no notó nada extraño en el joven Dante. Entró como un cliente más y por un periodo de dos horas, deambuló por la tienda, principalmente en la planta alta, donde al parecer, esperó hasta ubicar a una posible víctima.
Durante la exposición de los datos de prueba que contenía la carpeta de investigación, no se estableció si Dante ubicó y escogió a Lilí como la mujer a la que iba a atacar o bien, simplemente fue al azar y la primera oportunidad.
Alrededor de la una de la tarde, Lili se dirige al baño, lugar que tiene una particularidad. Se ubican antes de llegar al área de cajas.
Es un pequeño pasillo. Dos puertas. La primera e inmediata, para el baño de hombres. La segunda, al fondo, el baño para mujeres.
Por ello es que Lili no se extrañó que tras de ella caminara Dante incluso, cuando comenzó a entrar en el pasillo. Probablemente supuso que entraría al baño de hombres y nada más.
No fue así. Cuando entró Lili al baño, inmediatamente entró Dante y comenzó a someterla. Seguramente sorprendida, con miedo, Lili intentó defenderse y le ocasionó algunos rasguños a Dante.
En algún momento, el joven sentenciado había ingerido alguna droga ilícita. En Durango es común el “cristal”. Con la fuerza de un hombre joven de un metro ochenta de estatura y tal vez la alteración causada por la droga, comenzó a golpear fuertemente a Lili en el rostro.
La médico legista contabilizó 26 hematomas o moretones causados por golpes y forcejeo. La mayoría, en el rostro de la joven. Ojos, nariz, labios.
Esto provocó que quedara inconsciente inmediatamente. Dante puso el seguro a la puerta. Despojó a Lili de su pantalón y ropa interior. La violó.
Cuando el joven Dante terminó, la tomó del cuello y la estranguló. De esta forma fue como le causó la muerte. Ella, nunca tuvo la oportunidad de gritar, de pedir auxilio. De nada.
Afuera nadie sospechaba nada. La tienda seguía con su ritmo habitual de una tarde calurosa de domingo.
Una de las trabajadoras, asignada al área de atención al cliente, decidió ir al baño. Llegó hasta ahí y cuando quiso entrar, estaba cerrado. Decidió esperar.
Pasaron 10 minutos aproximadamente y como se le hizo que ya habia pasado un tiempo razonable, tocó a la puerta. Recibió como contestación otro toquido. Comprobó entonces que estaba ocupado y decidió esperar un poco más.
Al cabo de otros 10 minutos, quitaron el seguro y de forma intempestiva, salió un joven cubriéndose la cabeza con una prenda de vestir y visibles manchas de sangre.
En una actitud lógica de huida, caminó aprisa. Personal de la tienda se percató que un joven se cubría la cabeza y llevaba sangre.
Por radio advirtieron de esa situación. En pocos segundos, Dante estaba en la puerta ubicada en calle 5 de Febrero. Ahí, el subgerente había escuchado la advertencia. Algo le había pasado a un posible cliente. Podría haberse herido con algo.
En ese momento, para el personal que había visto a ese joven cubriéndose la cabeza y con sangre, era una posible víctima de un accidente ocurrido al interior de la tienda.
El subgerente lo paró, le preguntó si estaba bien, qué le había ocurrido y si necesitaba ayuda. Dante le dijo que estaba bien y salió de la tienda. Desde que salió del baño hasta ese momento, habían trascurrido pocos segundos.
En tanto, en el segundo piso, en el baño, los ojos de la empleada que había entrado finalmente, se topó con el cuerpo de una mujer con el rostro ensangrentado. Semidesnuda y muerta. Lógicamente, entró en un estado de alteración que le impidió gritar, alertar de inmediato a todos.
Cuando logró hilvanar palabras, dijo a sus compañeros que había una mujer muerta en el baño. Fue en ese momento que relacionaron ese hecho, con el joven que había salido a toda prisa con la cabeza cubierta y con manchas de sangre.
Trataron de ubicarlo, pero ya se había perdido entre la gente que caminaba por calle Constitución.
Llamaron entonces a las unidades de auxilio y llegaron para comprobar que se había cometido un crimen. Transcurrieron algunos minutos sin que supieran la identidad de la mujer, porque su rostro estaba muy dañado por los golpes.
Uno de los compañeros de Lili, se asomó antes de que llegaran las autoridades y reconoció su calzado. Alertó a sus compañeros y otra empleada decidió llamar a su celular, sin obtener respuesta.
Comenzaron a reunirse. Fue entonces que pudieron comprobar que les faltaba Lili.
Dante se trasladó hasta su lugar de trabajo. Ahí, uno de sus compañeros descargaba mercancía. Le dijo que tenía que contar algo. Se veía alterado, muy nervioso, relató este testigo a la Fiscalía.
Esta persona le dijo a Dante que fueran al almacén para que le contara. Le dijo: “la cagué”, y le confesó que había atacado a una mujer, que la había golpeado y ahorcado.
Le mostró el celular que se había llevado de Lili. Le pidió que lo prendiera para ver si recibía alguna llamada o algo, saber en realidad si había pasado algo así de grave.
Pero Dante, en el tiempo durante el cual dejó el lugar del crimen y se llegó hasta su lugar de trabajo, ofreció en venta el celular de la joven. Buscaba deshacerse de esa evidencia, pero al mismo tiempo, obtener una ganancia.
Dante recibió una llamada a su celular, dijo el testigo. Escuchó entonces que se vería con dos personas, al parecer los compradores del celular. No los conocía y les pidió señas para reconocerlos.
Se verían en los Leones del Parque Guadiana. Uno de esos hombres, como seña particular, tenía un tatuaje de dados en su rostro.
El joven feminicida se fue, no sin antes dejarle encargada una bolsa a su compañero de trabajo, quien minutos más tarde, por curiosidad, decidió abrirla.
Encontró el pantalón ensangrentado y la identificación de la joven. La credencial que la acreditaba como trabajadora de la tienda Coppel y fue ahí cuando cayó en cuenta de lo que estaba sucediendo.
Ya en redes sociales, la información de una joven asesinada al interior de esa tienda se había corrido como reguero de pólvora. Casi todos los duranguenses sabían del hecho.
Decidió entonces llamar a las autoridades y entregar lo que habían depositado en sus manos. Narró entonces lo que el joven Dante le había dicho.
De alguna manera, la información de un varón con el rostro tatuado con unos dados, se filtró en las redes sociales y una pesquisa social con esos datos, comenzó.
Alguien, decidió “aportar” su granito de arena con un retrato hablado. No, no había salido de la Fiscalía General del Estado, pero esta dependencia tampoco lo desmintió a tiempo.
Se había cometido un crimen y el presunto responsable, tenía un tatuaje de unos dados en el rostro. El objetivo era encontrar a un varón con esa particularidad. Esa imagen se quedó en el colectivo que exigía justicia.
Debido a que Dante había prendido el celular de la víctima, fue fácil su geolocalización. Las autoridades habían comenzado el rastrero del celular activando de manera inmediata la “sabana” entre las antenas de comunicación celular.
Finalmente fue detenido y puesto a disposición a las 23:17 horas.
En la audiencia que se realizó la mañana del martes 14 de mayo a las 10:24 horas, estaban presentes las hermanas de la joven asesinada. En la mesa de acusación, la mamá de Lili, el ministerio público y un asesor jurídico particular, contratado por la familia de la joven para que se procurara una mejor justicia.
Dante entró a la sala agachado, la mirada al piso y los brazos hacia atrás. Playera negra, pantalón negro. Sus facciones eran diferentes a las imágenes que comenzaron a conocerse de él en Instagram.
Su rostro más delgado, su piel visiblemente dañada por el sol.
Seguramente horas caminadas sin rumbo definido. A final de cuentas, no tenía a donde llegar, el cobijo de un hogar. Ya no.
Cuando entró a la sala, las hermanas de Lili respiraron fuerte, como aguantando el llanto, el coraje, las ganas de gritar, de gritarle y reclamarle. Finalmente se contuvieron y esperaron con paciencia el inicio de la audiencia.
La mamá de Lili había anticipado que no permanecería en la sala y así se le indicó al juez de control, quien realizó entonces un procedimiento para que, la mamá de la joven, depositara de manera legal la facultad de decidir entorno a lo que ahí se ventilara a su asesor jurídico.
Como una posible salida alterna. La única, el Procedimiento Abreviado.
La señora expresó que, por salud emocional, no quería permanecer en la sala. Y es que ahí se narró la atrocidad que fue el ataque, las heridas, la violación. Todo. Qué madre soportaría escuchar todo eso sin sentir su corazón despedazarse.
En la mesa del imputado. Dante y su abogado del Instituto de la Defensoría Pública. Dos mujeres de la Policía Procesal a su lado, vigilándolo.
Dante escuchó cada dato de prueba aportado por el agente del ministerio público. La mayor parte del tiempo estuvo agachado. Por su mente, solo Dios sabe que habrá pasado.
Ningún familiar de Dante acudió a la audiencia. Ese joven de 20 años que por problemas de drogadicción había cometido un despreciable acto, estaba solo.
El ministerio público formuló la imputación. Su defensa, nada alegó. Ni un solo dato de descargo. Dante fue aconsejado que no emitiera declaración alguna.
Se pidió entonces la vinculación o no a proceso. Dante tenía la posibilidad de pedir se le otorgara el plazo constitucional de tres días o la duplicidad de hasta 6, para que su defensa se allegara de pruebas que lo ayudaran en su proceso.
Una vez más, aconsejado por su defensor, renunció a ese plazo y le pidió se resolviera en ese mismo momento. El Juez decretó un receso de dos horas y luego, al reanudarse la audiencia, lo que era inevitable. Se dictó la vinculación a proceso.
Conforme lo establece el Código Nacional de Procedimientos Penales, posterior a la vinculación a proceso, el ministerio público, previo acuerdo con la defensa, el imputado y el Fiscal General del Estado, puede solicitar la realización de un procedimiento abreviado.
Esta salida alterna, consiste en que, el imputado renuncia a un juicio oral donde puede debatir su inocencia, y acepta la responsabilidad del hecho que se le imputa. Es decir, para terminar pronto con el proceso, acepta ser el culpable.
En el procedimiento abreviado, cuando se acepta la culpabilidad, se puede obtener hasta la reducción de un tercio de la pena mínima del delito cometido.
Conforme a experiencias anteriores, cuando todo apuntaba a que se acogerían a un procedimiento abreviado, se especuló que se le impondría una pena de prisión de 39 años, 11 meses y 29 días. Porque, por lo general, se negocia entre las partes, la imposición de la pena más baja posible.
Los agentes del ministerio público, procuran aceptar que se tome como base la pena mínima, pero sin descontar el tiempo que puede ser hasta un tercio. Piden por lo general, solo un día más.
Por ello, son los 39 años, 11 meses y 29 días y no los 40 años que establece como pena mínima el Código Penal vigente en Durango para el delito de feminicidio. La pena máxima es de 60 años.
Sin embargo, en este caso, ante el reclamo social, el hartazgo de una justicia mediocre, tibia y en ocasiones, inerte, el ministerio público propuso la pena máxima, con apenas un día de reducción.
Por ello, Dante, el joven de 20 años fue sentenciado a pasar casi 60 años en el Centro de Reinserción Social Número Uno.
Su abogado no reclamó una pena menor, tampoco lo hizo el joven Dante a quien, tras escuchar la sentencia, se le concedió la palabra. Dijo al micrófono que sí quería decir algo.
“Sé que esto no resuelve nada, pero quisiera ofrecer una disculpa, es todo”. Las hermanas de la víctima comenzaron a llorar. Pero una vez más, ni un solo reclamo, ni un grito de dolor. Nada, solo llanto.
En Instagram, apenas un año atrás, el joven Dante había posteado fotografías de él y se veía como cualquier otro joven de su edad. En poses, bien arreglado y en algunas imágenes, dio muestra de un talento en ciernes, el dibujo.
Pero, en algún momento de su vida y por circunstancias que solo él y su familia conocen, desvió el camino y cayó en la drogadicción.
Su familia lo corrió de su hogar. Estuvo quien sabe cuánto tiempo en la calle. Vagó, estuvo completamente solo y en la droga tal vez encontraba ese falso consuelo.
Con apenas 20 años, esa tarde de domingo, algo ocurrió en su cabeza y tomó la peor decisión de su vida. Arrebató una hermosa vida y hoy la vida, le cobra muy caro ese acto. Eternos días a la espera de cumplir esos casi 60 años de prisión.
Hay dolor en dos familias. Hay dolor en Durango porque cualquiera pudo ser esa hija, cualquiera puede ser ese hijo.
Fuente: FM Durango
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